sábado, 1 de mayo de 2010

ABU SECHS

El embarazo de mi primer hijo lo viví de una manera natural. En aquel entonces vivía parte en City Bell, cerca de La Plata (Argentina) y parte en Barrio Barracas de Capital Federal. Cuando estaba en City Bell podaba los naranjos, me subía a los naranjos a buscar sus frutos. Cortaba el césped con una máquina, hacia una huerta. Todo porque me gustaba. El día que iba a nacer Alberto fui a la feria y volví a casa con las compras y una sandia de diez kilos. Mi panza y la sandía tenían el mismo tamaño. Según el médico que me asistía en Capital Federal, el bebé iba a nacer a fines de diciembre. Yo sabía que iba a nacer el 19 de diciembre de 1971. Había quedado embarazada el 19 de marzo. Siempre supe cuando me quedaba embarazada. Siempre supe cuando ya no era una, cuando éramos dos. Y siempre supe el sexo de mis hijos y elegía un nombre para ese sexo. A la tarde del 19 de diciembre empezaron las contracciones. Alberto había decidido nacer en City Bell. Fuimos a la clínica. En la guardia había dos médicos recién recibidos, cirujanos ellos. Y uno dijo: _ ¿Y ahora…qué hacemos? _ ¡Atiéndanme! _ pensé sentada en una silla sujetándome la panza. Vino una enfermera, me rasuraron y me llevaron a la sala de partos. Me pusieron en la camilla, subieron las piernas, las ataron. Me dijeron que puje, que respire, que puje. Cuando se asomaba Alberto sentí un dolor muy fuerte. Más tarde supe que como era muy grande de hombros y se había trabado, el obstetra que llegó a tiempo, había metido la cabecita otra vez adentro, lo dio vuelta, sacó un hombro y luego el otro. Mi primer hijo pesó 4,100 y yo a la semana estaba en mis 49 kilos de mi juventud. Como no me alcanzaron a hacer el enema y yo había comido buena parte de la sandía, Alberto nació entre una andanada de semillas de sandia. A que no saben ¿Qué? La sandia es la fruta favorita de Alberto. Como correspondía en esa época me cosieron ya que me habían hecho una episiotomía. Yo me enteré cuando estaban cosiendo. Al rato me van a ver a la sala los tres médicos, los dos cirujanos y el partero y me miraban, Alberto ya estaba prendido a la teta. El bebé se quedó en mi cuarto. Nunca permití que se llevaran mis hijos a otro lado. Y los cambiaba yo, a pesar de que las enfermeras no querían. Al día siguiente ya estaba en casa.
Quedé embarazada de Gabriela antes de que Alberto cumpliera el año. Para Gabriela nunca pensamos nombre de varón, sabía que iba a ser nena. Gabi no quería llegar y yo estaba muy pesada, así que caminé, caminé y caminé hasta que comencé el trabajo de parto. Me desperté a medianoche. Puse el lavarropas, me había quedado ropa sin lavar. La colgué. Me rasuré. ¡Esta vez no me agarraban! Me vestí, preparé el bolso cuando las contracciones venían cada tres minutos avisé a mi marido. Era noche de sábado, no se conseguía taxi cuando llegaba a la clínica sentía que la cabecita de Gabi estaba asomando. Me llevaron a la sala de parto, me pusieron en la camilla y nació Gabi con 4.200. Su hermano había abierto el camino. Yo estaba vestida, con zapatos. El médico alcanzó a ponerse los guantes, estaba vestido de traje. Envolvió a Gabi en una sábana y la dejó al lado de la pared en el piso. Yo escuchaba como lloraba y le pedí que me la diera. Estábamos solos los tres. Puse a mi hija sobre mi pecho. Al día siguiente estaba en casa. Mientras estuve embarazada de Alberto, escuchaba a Nat King Kole. Cuando estaba embarazada de Gabi estaba de moda “Balada para un loco”. Era el año 1973. Años más tarde ambos redescubren esa música como su favorita.
El nacimiento de Daniela, digamos fue más normal. Comenzaron las contracciones. Fui al Sanatorio, corría el año 1983 y estaba en Trelew, Chubut. Me internaron, suero si, enema y rasurada no. Ya lo había hecho en casa. Cuando no me veían cerraba el suero. Sala de partos convencional. Parto rápido. Bebe de cuatro kilos más o menos. Al día siguiente en casa.
Quedé embarazada de Guillermo antes de que Daniela cumpla el año. Tenía puesto el Diu. ¡No podía ser! Si estaba embarazada. Me sacaron el Diu y nació Guille. Les cuento que los anticonceptivos no van conmigo. Bueno, cuando quede embarazada de Alberto no tomé ninguna precaución. Con Gabriela fallaron los óvulos, con Daniela los anticonceptivos y con Guille el Diu. Era de aquellas que las miraban y quedaban embarazadas.
El día que nació Guille iba a un taller de títeres. Una semana antes había dado una función de títeres y mi panza chocaba con el teatrino. Casi, casi se cae en más de una oportunidad. Cuando iba al taller de títeres con mi bolsa llena de carpetas, muñecos, fotocopias y material, paso por el jardín, me agacho para correr la manguera que estaba abierta y siento… agua que me corre por las piernas. Entro a la casa, cambio la bolsa de los títeres por la bolsa que tenía la ropita del bebé y llamó a mi marido. Vamos al sanatorio. Los consultorios estaban arriba y la recepcionista me dice que suba las escaleras, agarrándome la cintura le dije que no, que baje el médico. Me pusieron un suero por que el médico tenía consultorio. Cuando no me veían lo cerraba y movía el brazo para que se saliera. A la sala de partos me llevaron entre mi marido y el médico. Era cambio de turno. Como no había enfermera a mano, el médico le dice a mi marido que se ponga el camisolín. Me atendieron entre los dos. Guille nació con 4 kilos. Esta vez me quedé un poco más en el sanatorio para descansar. Había tres chicos en casa y quería disfrutar un ratito sola a mi bebé.
Cuando quedé embarazada de Bárbara tenía 39 años. Por prevención me hicieron un estudio para saber si tendría Síndrome de Down, por la edad ¿Vio? Los estudios se mandaban a Buenos Aires y como había cortes de luz, los resultados tardaron varios meses. Cuando tuve el resultado ya estaba de seis meses. Igual le había dicho al médico que la iba a tener sí o sí. Me operaron de una hernia a los cuatro meses de embarazo. Y a los ocho casi la pierdo. Empecé con contracciones y me internaron de urgencia. Llamé al médico y le dije que si la perdía la quería enterrar como si hubiera nacido a término. Estuve en reposo hasta que nació. El trabajo de parto duró apenas tres horas. Cuando me internaron vino el pediatra a la habitación y me dijo que se iba a atender otro parto a otro sanatorio. Le dije que se quede. Que mis partos eran rápidos. Cuando volvió, Bárbara estaba prendida a la teta. Las dos en la habitación. Fui caminando a la sala de partos. La tuve en una silla. Estuvo mi marido y vistió a la beba. Y tomó teta hasta los cuatro años.
Hace cuarenta años el contexto era otro. Los embarazos no se comentaban mucho. Nos cubríamos el cuerpo y había toda una moda para embarazadas. Creo que se vivía el embarazo en soledad. Al menos lo viví así. Y una, como hembra le ponía el cuerpo. Le puse el cuerpo.
Si me sentí respetada? Si, me sentí respetada. Más vale, me hice respetar. no permití que se llevaran a mis hijos a otra sala y los atendía enseguida, cambiarlos, darles la teta.
Una cosa que veo a la distancia, que los embarazos me transformaron. No soy muy hábil para tejer y coser. Pero cuando estaba embarazada hice los pañales de tela de mis hijos, cosí a mano las batitas, las bordé con punto rococó, les cosí puntillas con punto francés, tejí batitas, tejí y bordé escarpines.. Creo que les hice todo el ajuar. Y luego más grandes hice pantalones, vestiditos, camperas. Esta habilidad la recuperé cuando nacieron mis nietos.
Y me hubiera gustado ser más abierta. Abrirme más a mi familia...
Abu Sechs.

3 comentarios:

  1. Me encantó este relato, y cómo está narrado!
    Saludos.

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  2. Doraaa hermosa tu historia!! que forma tan particular de hacer las cosas...tan a "lo dora". te quiero muchooo y me encanta leerte!
    un abrazooo grande
    Karii!

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  3. Siempre emocionan las historias!!! las de ayer y las de hoy besos me gusto mucho tu relato besos Pau

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