jueves, 20 de mayo de 2010

PVDC una nueva oportunidad, por Neri

Querido hijo, hoy, el día que cumples dos años quiero contarte cómo fue el día que viniste al mundo, el día que llegaste a nuestra familia y la colmaste de felicidad.

¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS ÓSCAR!!!

Llegaste a mi vida sin avisar. Comenzaste tu andadura en mi vientre y pasaron casi once semanas hasta que supe que existías.
Fue duro, fue un momento muy agridulce para mí.

Hoy sé que las cosas en la vida pasan por algo, y ahora comprendo que viniste para enseñarme a vivir.
Y no es que mi hija no me haya enseñado cosas con su existencia, al contrario, mi hija me enseñó lo que es el amor sin límites. El saber querer sin verte, porque a un hijo se le quiere desde que sueñas con su existencia. Lo que pasa, es que en la vida hay situaciones que nos superan y a mí su forma de nacer y los acontecimientos que me rodearon me hicieron vivir una depresión post-parto muy angustiosa.

Había comenzado a ver la luz, lo cierto es que ya llevaba unos meses de terapia y algo diferente se veía en mi mirada, quizás era el embarazo pero yo estaba empezando a cambiar.

Fue en una revisión ginecológica rutinaria, cuando supimos que íbamos a ser padres de nuevo. El miedo se apoderó de mí, la verdad es que me sentía extraña pero afortunada. Dar vida es una bendición, y yo por segunda vez podía sentir lo que era.

Cuanta confusión en mi cabeza, cuantas conversaciones tuvimos mi marido y yo sobre este embarazo. Mi médico nos dijo que cabía la posibilidad de interrumpirlo pero sinceramente, a pesar del dolor que yo llevaba en mi corazón por la cesárea, me agarré a la vida de mi hijo. Acababa de saber de tu existencia, acababa de escuchar por primera vez el latido de tu corazoncito, y te había visto. Ya contábamos con casi once semanas, todo un logro para ti querido hijo, que estuviste solo creciendo en tus momentos más importantes, y yo sin saberlo.

Intentaba no pensar demasiado, me centraba en mi tripa, en querer sentirte, en pedirte perdón por no estar lo feliz que merecías.
Iban pasando las semanas, teníamos esa primera revisión y todo estaba perfecto, además supimos que eras un varón.

Tú seguías creciendo en mi interior, y yo me cuidaba mucho para que estuvieras bien.
Es curioso, pero ahora me doy cuenta que el instinto materno es algo tan innato en la mujer que cuidas de tu bebé en tu tripa de una manera impresionante. Hacemos cosas que sin estar embarazadas probablemente no haríamos, como ir a nadar, o levantarte media hora antes para desayunar y no salir con el estómago vacío.

Mientras crecía mi barriga, más miedo me daba. Y me encontraba bien, guapa, engordé poquito y eso me ayudaba a estar ágil y poder disfrutar de tu hermana, y es que a veces me sentía culpable por creer que la estaba relegando a otro lugar.
Pasaron las navidades y fue cuando Esther (mi sicóloga) me regaló un libro, “El Secreto”, y dentro una tarjeta del centro maternal Blossom, y otra de masajes shiatsu por Herminia.
Y entonces comenzó un momento mágico en mí, comenzó mi camino hacia el logro de poder parir.
Me cité con Laura Moya, matrona del centro maternal, y ella me alentó mucho para pensar que yo sí podía tener un parto natural porque la cesárea anterior había sido motivada por una situación de emergencia, y esas cosas pasan y las urgencias no se pueden prevenir, pasan y hay que hacer lo mejor para el bebé y para la madre. Entendió mi angustia y mi inquietud ante el parto, y lo mejor de todo fue que me encontré arropada.
Entonces hablé con mi marido, le expliqué lo que quería hacer y para poder lograr mi meta, necesitaba apoyo. Tengo un marido maravilloso, que siempre me ha ayudado y apoyado en mis cosas, y sabiendo de primera mano mi angustia ante una posible segunda cesárea no lo dudó, y ahí estuvo siempre que lo necesité. Hablamos con nuestras respectivas madres, personas que para nosotros son especiales, y que por circunstancias que aún desconozco no supieron apoyarme en el nacimiento de mi primera hija, pero era necesario para mí, para nosotros que ellas entendieran mi necesidad de poder lograr parir a mi hijo.
Y una vez hablado todo, comencé las clases de yoga y pilates para embarazadas en el centro maternal, y acudía hacerme masajes shiatsu para ir preparando mi cuerpo, y conciliar mi mente con mi útero donde estaba mi hijo escuchando cada una de mis peticiones.
El apoyo hacia mí llegó rápido y lo acogí con mucho agradecimiento, mi suegra a la que considero mi segunda madre me acompañó a alguna sesión de masaje donde le enseñaron cómo ayudarme en el momento del parto, cómo aliviarme el mágico dolor de cada contracción que abriría mi cérvix para que Óscar pudiera ver la luz.
Y así estuvimos, entre matrona, masajes y apoyo moral. Mi madre me decía “espero que tengas dolores de los que no te olvides”, y que maravillosos eran mamá!!!
El diez de marzo salíamos mi marido y yo de la consulta de mi ginecólogo y nos dirigimos al centro maternal, donde Laura estaba esperándonos. Eran las doce del medio día, y la cuestión era, darle un empujoncito a mi cuerpo para que se decidiera a ponerse ya de parto, o esperar algo más con el riesgo que conllevaba pues la otra vez alcancé las cuarenta y dos semanas y dos días.
Bueno, el caso era que ya tenía cuarenta y una semana, que había tenido el inicio de ponerme de parto unos doces días atrás pero que todo se había quedado en una falsa alarma, así que mi cuello uterino ya había tenido modificaciones, y recuerdo que la enfermera de monitores ese día me había dicho “a ti no te veo más, que sea cortito”. Así que Laura inició la maniobra de Hamilton, y suena como muy fuerte pero es simplemente serparar las membranas del cuello del útero para estimular las contracciones.… me dolió, sí, os puedo decir que fue un instante pero que me pareció eterno. Pero le agradezco mucho, muchísimo que tuviera tanta paciencia conmigo. Creo que para ella yo era un reto, y es que además de convertirnos en buenas cómplices, también nos veíamos como un apoyo en este mundo. Para Laura que yo pariera a mi hijo era su reto personal como profesional, para mí era el reconvertir mi vida hacia la felicidad.
Ese día por la tarde la pasé intranquila, con mucha angustia que me hacía llorar. Y es que me puse muy sensible, aún más de lo que estaba. Tuve algunas contracciones intensas, pero yo no les hacía caso.
Habíamos estado en casa de nuestros amigos, y cuando llegué a casa menuda sorpresa!!!! Estaba echando tapón mucoso!!!! Corriendo fui a mi móvil y le envié un sms a Laura, enseguida me llamó a casa, y nos dio indicaciones para que estuviera tranquila. Yo estaba helada de frío de nervios, de ilusión… no dormí nada en toda la noche, entre mis ganas de ponerme de parto y las contracciones que auqnue eran leves ya se entonaban, pues imaginad que noche!!!
A las seis de la mañana le mandé un sms a mi amiga Itahisa, y se vino para casa. En una hoja íba anotando cuando tenía una contracción y la duración. Aún no eran de parto, estaba con los previos y yo me sentía tan feliz!!!! Jose llevó a la niña a la guardería, y entonces ya llamamos a nuestras madres, para que vinieran a casa. Tuvieron que cumplir una promesa “que nos apoyarían y que no nos mandarían a la clínica cuando ellas lo creyeran, sino que confiarían en mí como mujer”.
Así que estuve rodeada de personas que me querían, que estuvieron pendientes de mí todo el tiempo.
Ya a las nueve de la noche la cosa se puso más fuerte, y las contracciones comenzaron a dolerme, pero apliqué lo que aprendí en el centro, y mi suegra me ayudaba con los masajes que Herminia le enseñó. Mi madre se encargaba de Marta, pues yo quería que estuviera en casa, necesitaba tranquilidad y a mi hija cerca de mí. Recuerdo que me preguntaba que me pasaba, y yo le decía que ya llegaba su hermanito.
A las diez de la noche vino Laura a mi casa, estuvimos hablando y me dio mucho apoyo para continuar con todo este proceso, pues tan solo tenía tres centímetros y llevaba casi veintidós horas desde que el tapón había comenzado a salir. Pero lo cierto es que lo peor había sido a partir de las nueve de la noche, así que yo estaba feliz, muy feliz y muy orgullosa de mí. Después de cada contracción me sentía tan afortunada!!!
Mi suegra nos preparó una tortilla de papas, y yo entre cada contracción me comía un trocito. Y Laura se marchó como a las once, y me dijo que por la mañana me llamaría, y que si antes necesitaba algo que estaría con el móvil a su lado porque para ella también era un momento especial. Además Laura en ese entonces se encontraba embarazada de su primer hijo, y tenía unos seis meses.
Ella nos dijo que la cosa pintaba muy bien pero que probablemente se alargaría, pues me resigné, sí, yo pensé “bueno, esto es lo que yo quería, me resigno al dolor por mi felicidad”…
Me metí en la bañera con agua tibia, ya eran las doce de la noche. Mi suegra se había marchado, mi madre estaba en el salón con una cara de angustia!! La pobre, pero espero que entendiera que para mí todo esto era necesario. Jose decidió dormirse un poco en el sofá, al lado de mí. Mientras yo pasaba las contracciones lo mejor que podía, y respiraba profundamente, y fue entonces cuando mi madre me dijo “las tienes cada dos minutos”, y yo le pedí que por favor no me dijera que me fuera, que iba a esperar un poco más. Me levanté como pude para ir al baño hacer pis, y mi madre vino conmigo, y es que literalmente sentí al levantarme del wc como mi hijo se encajó, y me agarré mis partes y le dije “mamá se me cae”…
Era la una de la mañana, y me acerqué a Jose y le dije vámonos, y mi madre le decía, “venga que esta vez sí es”… él me dio mi ropa pues yo estaba con un albornoz puesto, porque había estado en la bañera hacía un poco.

Gritaba “aaaaaaaaaaa” y visualizaba a mi hijo, mi cuello abierto. Salimos a la una y veinte camino a urgencias de Santa Catalina. La mejor de las anécdotas fue que mi marido pretendía parar en el semáforo y le dije “como te pares te lo comes”, y la otra es que al llegar a urgencias me abre la puerta del coche y me dice “vete bajándote”… Bueno, es de entender, los nervios del momento.
Cuando subimos al paritorio perdí un poco el control, tenía siete centímetros y medio, estaba aturdida. La enfermera me ayudó mucho, me centró y respiraba conmigo, entonces retomé mi parto, y mientras el matrón llamaba a mi médico, mi hijo empezaba a querer salir. Mi marido que subía de hacer el papeleo se puso a mi lado y yo dije “no puedo más” y el matrón me dijo “no esperas a tu médico?” y contesté entre gritos “no puedooooo” y me dijo “pues empuja!!!!” Y tantas ganas tenía Óscar de ver la luz que en tres preciosos empujones que salían de mi alma nació… uff!!! Cuánta emoción en el paritorio, cuánto lloré!!! Y Jose, estaba realmente emocionado, y me pusieron a mi niño encima, manchado del útero, llorando, mirándome, y yo miré a mi marido y le dije “lo conseguí”. Me sentía aliviada, como si me hubieran arrancado la pena de mi corazón, mi alma respiraba, por fin después de tanto esfuerzo podía volver a ser feliz. Eran las dos menos cinco de la madrugada de aquel día especial doce de marzo de 2008.
Pensé en Marta (mi hija), tenía muchas ganas de tenerla a mi lado y abrazar a mi familia al completo.
Y esto me hace recordar a mi hija, quiero explicarle, quiero contarte mi vida, que me ofreciste muchas cosas al nacer, me hiciste madre, me hiciste feliz porque contigo inicié una etapa en la vida de la que fuimos protagonistas, tú y yo, donde las dos lidiamos con todos los acontecimientos sobreviviendo a cada instante, a cada persona que ingratamente mermó nuestras ilusiones… pero somos tan fuertes, nos queremos tanto, que nosotras juntas subimos cada peldaño cogidas de la mano, y siempre velando por ti, siempre mirándote y dándote las gracias por venir tan rápido a nuestra llamada cuando decidimos ser padres por primera vez. Eres una hija buscada, deseada, amada desde el instante que supimos de tu existencia. Jamás pienses que tu nacimiento tiene menor valor, o que te quiero menos por nacer de otra manera. Gracias a esa cesárea hoy día estás aquí, y podemos tenerte en nuestra familia, y ser por siempre “nuestra pequeña”.
Pero siendo mujer sé que algún día entenderás la importancia que para muchas tiene un parto, y yo soy una de esas mujeres. Mi pequeño tesoro, si alguna vez necesitas preguntarme algo, o pedirme algo, pídemelo, porque cada madre que ama incondicionalmente a sus hijos tiene un pacto con la vida, y yo lo voy a cumplir siempre, porque siempre estaré a tu lado, siempre velaré por ti, siempre desde donde esté, estaré pensando en ti.

Sé que un día te darás cuenta que la forma de nacer afectó a mi persona como mujer, no como madre, porque siempre desde que naciste te he ofrecido lo mejor. Hoy día tienes algo más de tres años, y aún tomas lactancia materna, porque para mí tu salud y nuestro vínculo es lo más importante. Imagina si te quiero, es que no hay medidas para valorarlo.
El cogerte por primera vez, tocarte, besarte, saber que creces gracias a mi leche… es algo único, y eso sí es un buen recuerdo, y es que después del día en que me casé, tú eres el regalo más grande.
Así que jamás pienses que tu nacimiento no fue importante, porque sin ti nada sería lo que hoy día es. Por esto, y por todo lo que me das Te quiero!!

Y me gustaría poder agradecer a mis amigos Itahisa y Camilo su apoyo incondicional desde que supimos que estaba embarazada. Recuerdo ese tazón de tila y manzanilla que me prepararon, los abrazos que no parabas de darme y felicitándome por ese segundo embarazo. Me decías "va a salir bien, ya lo verás". Amiga mía!!! gracias por confiar en mí, gracias por confiar en Óscar, gracias por hacerme ver que en la vida las cosas pasan por algo.

A mi amiga Isabel porque me apoyó sin reproches ni preguntas hacia el camino de poder parir. Por estar cerca de mí cuando nadie me entendía. Gracias por ayudarme a encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que me pasaba.
A mi marido, por tu entrega y por tu fuerza, por el tensón que me ofrecías cada día que caía, por darme el abrazo que necesité, por valorarme como mujer y madre, por dármelo todo sin esperar nada a cambio. Gracias Jose por darme estos dos preciosos hijos, gracias por ser tan esperanzador y confiar en mí, gracias por crear conmigo esta familia, gracias por hacernos felices.

A mis dos madres, mi suegra Paqui y mi madre Emma, gracias a las dos por entender la necesidad que tuve como mujer de intentar un parto, de conseguir mi meta, de lograr mi felicidad como mujer. Gracias por acompañarme el día en que más apoyo necesité con el mayor de los respetos, gracias por estar a mi lado y gracias por quererme.

A mi querida matrona Laura, Gracias por confiar en mí, por ser la persona que me ayudó a lograr mi ilusión, sé que juntas nos fundimos en esta quimera que terminó siendo una realidad. Como profesional eres maravillosa, y como mujer eres espectacular, no cambies nunca, te llevo siempre en mis pensamientos.
Y a mi querida Herminia, de ti tampoco puedo ni quiero olvidarme, gracias por enseñarle la salida de mi útero a Óscar, gracias por la confianza, por ser mi pensamiento positivo, por pensar en mí y por estar siempre que te pedí ayuda. Eres un ser mágico, gracias a la vida por cruzarte en mi camino.

Pero mi mayor agradecimiento se lo debo a Esther, porque fuiste mi sicóloga en mi primer embarazo, me ayudaste a superar mi fobia a las agujas, me encaminaste hacia la tranquilidad. Luego me ayudaste a ver la cesárea de otra manera, y vino mi segundo embarazo y estuviste siempre apoyándome y buscando las palabras adecuadas para no herirme. Tu faceta como sicóloga se superó cuando me regalaste aquel libro, cuando quisiste ayudarme más allá de lo profesional y te involucraste en mi causa personal como mujer. Por todo, por ser otra luz en mi camino gracias, y mil gracias ayudarme.

Esta es mi historia, nuestra historia, así logré un sueño, porque mi gran sueño era tener una familia y ese lo conseguí hace ya mucho tiempo.

¡¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS HIJO MÍO!!!!

De tu familia:
Mami, Papi, Marta y Peter
12 de marzo 2010

4 comentarios:

  1. Óscar vino a nuestra familia a colmarla de mucha felicidad, a sanar mi alma, o al menos apaciguarla... las cosas pasan cuando tienen que pasar, nada es casual, y yo tenía que conocer a las personas que hoy día me rodean y por ello ha pasado todo esto.
    Amo a mis hijos por igual, su forma de nacer como madre jamás me ha importado, pero como mujer era un fracaso sentir que no era capaz de parir... pero mi sorpresa es que sí puedo, pero no siempre puedes, a veces es necesario someterse a una cesárea.
    Gracias por dejar un hueco para nuestras historias!!
    Neri

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  2. nada sucede por casualidad en la vida, lo que ocurre tiene un propósito, aunque nosotros no lo entendamos!!!Transformaste tus miedos,ansiedades y preocupaciones en FE, CORAJE, Y ESPERANZAS....
    Gracias Neri por tus relatos nos estas ayudando mucho! un abrazo trelewense pau

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  4. Neri...te escribo todavia con lágrimas en los ojos, que intenso tu relato..tu forma de sanar y de transformar!
    Que importante el apoyo de tu familia, de tus amigas, las matronas y hasta tu psicóloga...por acompañarte mas alla de lo profesional!
    Es verdad que todo sucede por algo, en tu segundo embarazo pudiste sanar tu herida, pudiste ver de lo que sos capaz y tenes una recompensa hermosa....tu familia!!
    Te dejo un abrazo giganteee!!
    Felicidades por la maternidad, donde todos los dias aprendemos...

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