martes, 3 de agosto de 2010

Relato de Abu Sechs

Comenzar a pensar en mis tetadas, es todo un trabajo, dado que mi hijo mayor tiene 38 años y la hija menor cumplió hace poco 21 años. Y… bueno… es todo un desafío. Piensen chicas que esto sucedió hace unos cuantos años. La verdad que no sé por dónde empezar. Dar de mamar era algo natural. Era el alimento natural. Y así lo amamanté. Cada tres horas como decía el pediatra, a veces menos.
Recuerdo, principalmente a la noche que le terminaba de dar la teta, y apenas dormía un ratito, y ya estaba otra vez llorando, pidiendo su teta. Lo mismo pasaba durante el día, se me hacia corto el tiempo para atender la casa. Por suerte tenía a mi mamá cerca. Ella fue la que me enseñó a darle la teta. Tanto yo como mi bebé éramos muy nerviosos. El quería tomar y como salía tanta leche, le bañaba la cara y el cuerpo y se atragantaba y lloraba, y yo me ponía mal, así fue hasta que empezamos a entendernos. Lo que sí, tenía mucha leche, chorreaba de leche y en aquella época no había los protectores y todas las cosas que hay hoy en día, así que me protegía con pañuelos, y cuando salía llevaba varios pañuelos y las remeras o vestidos estaban siempre manchados con leche derramada que al secarse se acartonaba. Lo amamanté un buen tiempo y luego pasó a la leche en polvo S26, no sé si todavía existe. Tenerlo en brazos y amamantarlo era una delicia, era como una especie de arrobamiento.
Con Gabi, la segunda, la experiencia fue distinta, la tuve poco tiempo a la teta ya que me quedé sin leche muy pronto, no recuerdo porque y antes de los tres meses ya le daba sus primeras papillas. ¡Qué distinto era todo! A la distancia, pienso que con un buen asesoramiento la cosa hubiera sido distinta.
Dani tomo teta hasta que empecé a trabajar. Tenía unos dos meses y cuando iba al trabajo la dejaba en la casa de mi suegra. Como lloraba, mi suegra le empezó a dar papillas sin esperar que yo llegue del trabajo. Yo llegaba con los pechos llenos de leche, y Dani ya había comido algo. Así, de a poco la desteté y comenzó con la mamadera. Cuando tuve a Guille y a Bar, nos arreglamos para que se queden en casa y alguien los atienda. Al mismo tiempo acomodé mis horarios de trabajo a sus tetadas, y tomaron Guille hasta el año, después pasó directamente a la leche de vaca. Recuerdo la leche me la traían de la chacra en bidones de plástico, más de una vez tenía algún pastito o bichito flotando. La leche la hervía y Guille la tomaba sin problemas. Hoy es un muchacho de 1,90 y 90 k de peso. Nunca la leche de vaca, así cruda le trajo ningún problema. A Bar la tuve a los 40 años y le di teta hasta los cuatro años. Era muy demandante, hasta el día de hoy lo es. Recuerdo que iba al jardín y cuando me hicieron la entrevista inicial y me preguntaron si tomaba teta o mamadera, dije:” ¡NO!” Me daba vergüenza. Eso no se hacía. Recuerdo, luego conversando con otras madres que a ellas les pasaba lo mismo, les seguían dando teta a sus hijos a pesar de que estaban en la sala de tres o cuatro años.

Otra cosa, recuerdo todo lo que se comentaba y recetas que se daban hace unos años para que los bebes dejen la teta. Lo razonable era darles más o menos hasta el año. Luego BASTA DE TETA. Entre las recetas había ponerle algo amargo al pezón o pimienta para que el pequeño no la quiera más.
Otra cosa que me acuerdo, en esto de deshilvanar recuerdos, que amamantábamos a nuestros hijos en la intimidad. Lejos de la mirada de los curiosos y menos de los hombres. Cuando había que darle la teta al hijo se iba a un cuarto separado. Y si había que darle la teta en un lugar pública, se cubría la teta y la cabecita del bebé con una mantilla o un pañal. No se podía andar mostrando las tetas. ¡Qué vergüenza nos daba…!
Había tiempos, tiempos para dejar la teta, tiempos para dejar la cama de los padres, tiempos para dejar la habitación de los padres, tiempo para dejar los pañales. Esos tiempos angustiaban tanto a la mamá como al bebé.
Por suerte algo está cambiando.

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